Monday, December 25, 2006



Cuando alguién con cosificatoria naturalidad me preguntaba ¿ y tu qué eres?, se me imaginaba responder algo así como: " yo soy un ser de luz que encarnó en este plano para adquirir experiencia... ¿y tu?". Con frecuencia esta pregunta apunta a ¿tu que haces? o a como te ganas la vida, claramente a partir de esa certeza en la que la identidad principal de todo ser está puesta en el mundo del trabajo.
Ante esa pregunta me gustaba responder que parte del día era profesor, a veces reanimador, por horas escritor, otra parte amante, otras papá, músico y quiropráctico y una que otra vendedor. A veces también obtenía por respuesta una mirada desconcertada y el esbozo de una sonrisa que delataban un dejo de subestimación ante la seriedad de mi trato.

Cuando hacía (o pretendía) lo mismo que hacen mil millones de habitantes en el planeta todos los días: meditar ; cuando hablaba de complejas estructuras y conceptualizaciones tanto humanas como profesionales (mirando pensadores y lo que se había realizado en el mundo desarrollado diez años atrás); cuando no comía carne y me alucinaban las hojas de los árboles en primavera; cuando convencido insistía en una mirada innovadora o cuando me alejaba del people meter, era tildado de alternativo, de volado, idealista, visionario, poco aterrizado o cabrón. En un momento llegó a tal el disparate que pudiera estar hablando sobre el arreglo del calefont o el corte de pelo de mi perro y tenía por respuesta " oye, aterricemos el tema.. ¿ok?". Ocurría con frecuencia que me rebelaba ante ese encasillamiento enconándome aún más en el empeño de mover el mundo desde ese inventario, y culpaba a esta sociedad cool por la incomprensión y la mediocridad que se deplegaba ante mi.

Tampoco era extraño verificar que gran parte de mi círculo interno, - amigos con los que iría a la guerra -, fuese gente de ese mismo estilo. Gente normal y muy buena, con la particularidad que en su fuero interno o son personas encasilladas por sus identidades marginales o están en vías de serlo. No obstante, todos con cualidades y debilidades formidables que destacan y golpean al medio promedio en una dinámica no distante de incomprensión. Es más, uno de ellos es experto en construcción de identidades. Vaya paradoja.

Y si de relaciones e identidades se trata, mucho más fascinante me resultó atestiguar que casi siempre hay alguién a quien se pueda "mejorar". Más de alguna vez me encontré aconsejando ser más asertivo y agresivo al amigo tímido y quedo, golpeándole con palabras de bajo perfil y humildad al brillante y avasallador, dando palabras de cambio al estancado y estancando al cambiante. Por mi parte he recibido "ayudas" similares denotando que son pocos los que estan conformes con la propia identidad y que por sobre todo somos muchos los que no lo estamos con las de nuestros "otros", sean estos pares, hijos, amigos, jefes, familia y/o pareja.

Con el tiempo he logrado comprender, con sozobra y a regañadientes, y aquí otro fascinante evento, que son "estos otros" quienes definen mi identidad. (...... no se burle o sorprenda que aunque no le guste a usted también le ocurre lo mismo). Incluso, es construída por aquellos que la niegan y reniegan, de allí la dificultad al cambio.

He logrado entender que en la construcción de la identidad se ponen en juego las facultades, debilidades, moralidades, capacidades, el compromiso, la honradez, la confianza, la credibilidad, la inteligencia, la belleza, la puntualidad, colaboratividad, la capacidad de trabajo, la capacidad amatoria, la seguridad, la inteligencia emocional y, en su defecto, la falta de ellos. En mi caso , altas dosis de mordacidad, genialidad, arrogancia, creatividad, ironía e irreverencia. De esa manera, en estos últimos 20 años me he granjeado una identidad que ha abierto y cerrado espacios de posibilidades. Tengo mi merecido.

Hoy puedo atestiguar que esta forma de percibir el mundo tiene poco de marginal, poco de original o de diferente. ¿A quién escucho?. ¿ Quién te cambia?. Buena pregunta. Yo voy cambiando al interior de un molde que me empeño por moldear, ojalá sin sufrimiento mediante. No soy mi identidad aunque poseo identidades de ser afectivo, sensible, de ser social, de ser espiritual y profesional que me provocan mostrar un órden diferentes de diferencias en la percepción y que es lo que finalmente me acerca o aleja de los demás.

Me encanta la euforia del amor, no como carne, bebo alcohol, me deprimo, soy arriesgado, tengo un estado físico deplorable y excelente, no fumo marihuana (tanta), soy célibe, no bebo alcohol y como carne, tengo fantasías increíbles, soy tripolar, leo mucho pocas veces, digo buenas palabras, no fumo, ando hediondo, hago el amor rico, amo y grito a mis hijos, me cago en el vecino, me gusta mirar a los ojos, me emociona la luna en el follaje, los niños y los pajaritos cantando, además escucho a Mozart y a Los Panchos.

Soy contradictorio ¿tu no?. .

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