Tuesday, June 12, 2018

Eva y Atenea


En los noventas, cuando en tv veía a políticos 24/7, en particular aquellos que tenían muchos muchos hijos y vivían acomodadamente en el sector alto de la capital, me preguntaba de donde salía el dinero para mantenerlos. Pensaba que, o tenían empresas muy ricas, o las cuotas de sus partidarios les mantenían solidariamente. Nadie decía nada al respecto. Y pasaron muchos años antes de destapar la olla que nos mostró de donde venían los morlacos.  Tenía razón yo. Eran empresas ricas las que los patrocinaban. Contexto nacional sucio, corrupto y abusivo que nadie quiso resolver hasta que no se pudo ocultar más. Así son las reglas del juego niño. Aguantar hasta que no se pueda sostener.

Cosas de ese tipo ocurren invisiblemente. En ese entonces otras dos realidades invisibles me inquietaban respecto del mundo de la mujer y de las relaciones de poder en mi rubro.

La primera era la discriminación hacia la mujer, que aún sigue campante, en el sistema de Isapres. Y aunque el sentido común gritaba que era un abuso, en 30 años nadie hizo nada, presidenta mediante; y lo dejaron así.
La segunda obviedad que nadie miraba era la alta tasa de abuso, acoso y mobbing hacia la mujer en el mundo de la salud, por parte de hombres y mujeres, en un mundo donde la mujer es mayoría, en una reproducción cultural que no tenía retorno ni cambio de dirección. En el sistema público que se rige por el estatuto administrativo que nivela por grado y no por sexo la mujer recibe igual salario por igual cargo. Pero no así en las relaciones de poder ni en el sistema privado donde la desigualdad opera con estrepitosa ferocidad y sigue transparente.
Se escuchaban gritos resignados. Un país con abuso flagrante hacia las mujeres y abandono hacia los niños. Así el estado de las cosas para siempre. Hasta que, como escribió una amiga, las mujeres sacaron la voz.

¿Desde donde surge esta desigualdad hacia la mujer?.
Es simple. El hombre es superior por designio divino; y en su defecto mundano.

Salvo en algunas culturas matriarcales ancestrales donde la mujer aparece asomándose a la ventana como una mujer sana, como una Diosa, formando parte relevante de la historia de la humanidad, en general aparece sometida y oculta.

La mujer mapuche surge de una estrella. Maneja el mundo sobrenatural. La “abuela engendradora” Maya dio origen al hombre y la mujer del maíz. La diosa Omecihuatl junto a su esposo crearon el mundo azteca; aunque para ellas esa sociedad fue más machista y militarizada que la nuestra. La mitología China habla que ambos, hombre y mujer, emergieron de gotas de barro. Los hinduistas cuentan de la Gran Madre que es la causa material del Universo o sustancia que da lugar a todas las cosas de la naturaleza, pero al igual que los Aztecas la estructura social las subordinó al poder del hombre.

Si eso le parece muy esotérico y enigmático, espere un segundo.  Porque las religiones monoteístas  y patriarcales de occidente si que se pasaron de la raya.  Nos heredaron un origen de la humanidad verdaderamente descabellado, surgido de un fenómeno antinatural. ¿Le recuerdo?

¡La mujer nació de un hombre!. Eva de una costilla de Adán y Atenea del cráneo de Zeus. 
Ese fue el sistema operativo que nos instalaron.
En la Grecia antigua la existencia de la mujer no tiene otro sentido más que para el matrimonio. Por eso si se habla de “Los Griegos” es porque las griegas no existieron ni fueron referentes del pensamiento clásico.  Menos en Roma donde, peor aún, se sentaron las bases de la jurisprudencia para su dominación y sometimiento. Y que decir en la edad media, donde ellas bajo en arquetipo de Eva que sacó a Adán del paraíso con sus atributos, jugaban para el bando contario de un Dios - por supuesto masculino -  que esperaba de los hombres superioridad moral y espiritual. Las quemaban. Aún hoy, amorosamente o no, las calificamos de brujas. Y así, en el Renacimiento, el iluminismo y todo lo que vino después las cosas cambiaron muy poco. En el siglo XXI hombres comunes y corrientes, constructores de la sociedad, empresarios y políticos no han variado su posición de aquellos trogloditas medievales  que mantienen el “statu quo” a todo evento. Por poder, por la moral, por la familia, por los hijos, por biología o por lo que sea.

El movimiento actual pretende cambiar el sistema operativo y está bien que eso ocurra. ¿Cuál será ese?. Aún queda por conversar.

Si tan solo hubiera igual cantidad de mujeres en reparticiones de gobierno, en la industria, en la empresa, en la toma de decisiones este país cambiaría. Tendríamos hombres y mujeres diferentes. Este país debe aprender a cuidarse y respetar. A los niños y niñas, a la mujer al hombre y a todas expresiones de genero, al migrante, al adulto mayor, a los animales. Respeto. Gran palabra.

Me gusta un discurso mas pro mujer y menos anti hombre porque tanto hombres como mujeres necesitamos sanar. Recuperar la fuerza divina, entender el origen dual del ser humano y aceptarlo. Mujer y hombre poseen una energía diferente y complementaria. Ying y Yang, Ometecutli y Omecahuatl.

La brecha no es tan grande. En 45 días se ha logrado avanzar  en entendimiento, en aprender a escuchar la voz de las mujeres, en cosas que no se habían conseguido en décadas en este país

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